Siempre ha existido el dicho “El que no llora no mama”. Debe ser ley de vida. Pero en los tiempos modernos, con la importancia del arma “bulo mediático de insinuaciones y lloros públicos”, el dicho tradicional se ha convertido en un llorar para mamar. Y la legión de abogados de todos los colores se han convertido en grandes expertos en la materia de publicitar el llanto para conseguir el máximo de mamoneo.
Quien haya tenido la más mínima experiencia en la materia sabe cómo son las cosas en este mundo del mercado de los activos financieros. Por supuesto que siempre hay excepciones que confirman la regla, casos de personas ignorantes que se meten a operaciones de grandes plusvalías sin medir los riesgos. Pero los partícipes de estos mercados (instituciones de inversión colectiva, SICAVs de grandes capitalistas, hedgies y Fondos especializados, etc) tienen especialistas que están acostumbrados a leerse la coma de la letra pequeña para no tener posteriores sorpresas. Y que saben muy bien lo que quieren, y los riesgos en los que incurren.
Por ello es sorprendente que ahora todos los que apostaron se hagan los pobres ignorantes, y quieran sacar tajada recuperando lo perdido a base de traspasar al eslabón más fuerte su propia responsabilidad. Saben muy bien que la responsabilidad en estos mercados tiene un orden evidente, que pasa por el gestor ejecutante, por el auditor, por el ente regulador, por el depositante, y, sólo en última instancia, cuando se pueda demostrar mala fe o participación en la estafa, puede reclamarse al comercializador del producto. Así ha ocurrido siempre, y así está ocurriendo con los Billones de pérdidas que la actual crisis financiera global está ocasionando debido a los productos ponzi de ingeniería financiera, y otros derivados considerados en los mercados como “armas de destrucción masiva” desde que el billonario W.Buffett así los definió.
Pero, claro, en este caso hay una gran ocasión: en la cadena hay alguien que tiene recursos y solvencia. Alguien a quien llorar para mamar. Saben muy bien que lo importante es poder incluir en sus pretensiones a los casos excepcionales de perjudicados ambiciosos pero ignorantes de la materia, hacer el máximo de ruido y escándalo. Esperan con ello que la entidad solvente prefiera llegar a un acuerdo (por muy injusto que sea para sus intereses y derechos) antes que sufrir el acoso mediático que tanto daño y perjuicio pueda hacer a su reputación y honorabilidad profesional.
Poco importa que haya sido una estafa por todos reconocida. Poco importa que hayan fallado todos los eslabones previos de la cadena. Poco importa que, evidentemente, la verdadera responsabilidad recaiga sobre las “autoridades” regulatorias públicas que no hicieron su deber. Poco importa que el estafador haya engañado a cientos de profesionales y especialistas de todos los países del mundo. Poco importa que todavía se esté averiguando –incluso en el Congreso de EEUU- cómo es posible que todo esto haya ocurrido, y que las entidades custodio depositarias no hayan podido detectar la estafa. Nada importa. Lo único que interesa es intentar mamar. Y para ello lo mejor es llorar. Llorar el máximo posible, lo más demagógicamente posible, y que el llanto tenga la máxima repercusión mediática posible.
Es triste ver que algo tan obvio está ocurriendo, y que, voluntaria o involuntariamente, haya media aparentemente serios y responsables que participen en este juego de intereses. Pero así es la vida moderna. Ya no gana quien tenga razón, sino quien mejor pueda mover los hilos de la propaganda, haciendo más realidad que nunca la maldición gitana “pleitos tengas, aunque los ganes”.
Y, como siempre, el coro de los envidiosos y amargados jugando a maestros y expertos en temas tan sofisticados, propalando las insinuaciones y elucubraciones que se les ocurra. Son la piedra que los intereses mencionados más necesitan para sus fines. Los instrumentos necesarios y útiles para conseguir sus objetivos: el mejor y mayor mamoneo posible a costa de lo que sea. De nada sirven opiniones basadas en la pura lógica (como “Fíjate si lo conocía que se ha dejado estafar €17M propios. Venga ya, hombre, no intoxiquen. Si la SEC no ha hecho los deberes, ni el auditor externo, ni las agencias de rating, no le echen toda la mierda al Banco. Ya está bien!!!”). En estos casos no vale la lógica, ni permitir que los expertos y juristas decidan. Lo importante es llorar, y conseguir el máximo de difusión mediática del llanto, cuanto más, mejor. Y si se consigue un coro de fans vociferantes, mejor. Lo importante es poder mamar. Y cuanto más, mejor.
martes, 27 de enero de 2009
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